jueves, 19 de junio de 2008

QUIERO MIRAR LAS ESTRELLAS CONTIGO… PERO SIN CORTES PUBLICITARIOS


Me gusta el cine, y uno de los géneros que más me gusta es la ciencia-ficción. En general creo que no se hacen buenas películas de este género porque resulta extremadamente difícil. Me explico: la gran dificultad de hacer una película de ciencia-ficción es explicar una historia ficticia, que para eso se llama así, pero de forma que sea creíble, que para eso también se llama ciencia. Vale, seguro que estaréis pensando –“¡Anda! Eso pasa con todas las pelis, listillo”- Bueno, cierto, pero creo que especialmente con la ciencia ficción. -¿Y por qué, si puede saberse?-, volveréis a preguntar. Pues porque ambientar una película de la época actual o histórica, requiere tener ojos en la cara o una buena fuente de información del pasado, cosa que, dicho sea de paso, parecen no tener todos los directores. Pero ambientar el futuro… eso es un poco más difícil ¿no? Por que nadie sabe a ciencia-ficción cierta cómo nos vestiremos en el futuro, qué comeremos o cómo serán las relaciones personales… y menos aun la tecnología de que se dispondrá y que estará insertada en el quehacer cotidiano de los mortales… o inmortales, que vete tu a saber.

Quizás alguno pensará que eso es una ventaja, puesto que así se puede dar rienda suelta a la imaginación, que seguro colará. ¿Seguro? Y ahora pregunto: ¿Cuántos de vosotros no habéis reprimido una sonrisa al ver a los tripulantes de una nave pasearse vestidos en mono-pijama-tope-fashion, ellas tipo “marca-parachoques” y ellos “farda-huevos”? ¿Cuántos os habéis extrañado al ver despegar cazas del futuro camino de la batalla, desde un hangar sin una gota de grasa o de polvo? ¿A nadie le extraña que la gran mayoría de extraterrestres sean sospechosamente antropomorfos, cuando la probabilidad de ello es prácticamente cero? Pueden tener en común con nosotros la mala leche, pero no varios millones de años de evolución a partir de un antepasado común.

Recuerdo algunas películas antiguas en las que se esbozaba cómo sería la vida en el siglo XXI… y no recuerdo ninguna que se haya aproximado, ni de cerca, a imaginar, por ejemplo, la moda de los pantalones caídos enseñando la ropa interior. Supongo que porque antiguamente era señal de “palurdo” ir mostrando la regatera posterior al agacharse, típico de mecánicos grasientos de película de la posguerra… ¿y quien iba a pensar que en el futuro la gente vestiría de forma “palurda” (ojo, para la opinión de la época) cuando se suponía que seríamos más “avanzados” estéticamente (también para el pensar de la época)? La imaginación, por desgracia, está casi siempre muy influenciada por el contexto en el que se desenvuelve el imaginante.

Desde luego, insisto en convenceros que hacer ciencia-ficción es difícil. Y es que la realidad parece empeñarse en desmentir sistemáticamente todas y cada una de las previsiones del género. Revisar una película antigua que hable del presente es valorarla únicamente por sus cualidades narrativas, porque si se consideran las “visionarias”… Santa Lucía conserve la vista a los guionistas. En la gran película de Stanley Kubrick, “2001: una odisea en el espacio”, realizada en 1968, se describe un viaje tripulado a Júpiter… bueno, estamos en el 2008 y lo máximo que se puede considerar “odisea” es la de los técnicos de la Nasa a la hora de buscar financiación para enviar una sonda a Marte… que además, por colarse un cero aquí y allá, tuvo a bien aterrizar en el planeta rojo a unos cuantos kilómetros por hora de más, dejando un buen “rastro” de la tecnología humana en forma de cráter. Por suerte no era tripulada.

¿Y qué decir de los mensajes a otros mundos? ¿Dónde quedan esas escenas del científico levantando la mano en señal de bienvenida (vamos, como si los extraterrestres hubieran visto películas del oeste) a un aturdido visitante insectiforme? ¿Qué ha sido de las intenciones de darnos a conocer al resto de habitantes de la galaxia, mostrando una humanidad pacífica, hermanada y con buenas intenciones?... acabo de escribir esto y ya me suena a “vende-motos”, desde luego, porque nada más lejos de la realidad… pero de ahí a que el primer mensaje que se envía al espacio “por la vía rápida” (= velocidad de la luz) sea un anuncio de Doritos (aparecido en la prensa la semana pasada), no sé… reconoced que un poco de romanticismo se ha perdido ¿no? Porque encima, el anuncio va de una bolsa de Doritos animada, en la que los triangulitos escapan y sacrifican a uno de ellos en honor al dios de la salsa… que no sé qué es peor, si que los extraterrestres se hagan una idea equivocada de nuestra fisonomía, o acertada de nuestra mala leche. El mensaje se ha enviado a un sistema de los integrantes de la osa mayor, a unos 42 años luz creo recordar, con lo que… 42 años ida, pon unos pocos meses en organizar la represalia, y 42 años de vuelta... nos deja a salvo de las consecuencias de la acción, puesto que prácticamente todos los presentes estaremos ya cantando salmos en el Valle de Josafat, pero… vaya marrón para las generaciones futuras.

Prefería la imagen de la palma levantada, la verdad, aunque el pobre alienígena no supiera a ciencia cierta si intentábamos comunicarnos, enseñarle lo chulo que queda tener 5 dedos o soltarle un sopapo por venir sin llamar.