LA CONCA D’ODENA: BREVE APUNTE HISTÓRICO-GEOGRÁFICO, POR UN PROFANO

Igualada desde el aire. Lástima lo torpes que son algunos niños

aguantando la cuerdecita del globito.

Bueno, hoy hablaré un poco de mi tierra de adopción.

Nací en Barcelona, me crié en l’Hospitalet de Llobregat pero desde hace algo más de 12 años vivo en la Conca d’Odena, en concreto 5 años en Igualada y 7 en Vilanova del Camí. Cuando la gente oye la palabra Vilanova inmediatamente piensa en la Geltrú, no en el Camí (incluso San Google), así que siempre me veo en la necesidad de puntualizar rápidamente que no tenemos puerto… al menos por ahora: dicen que si el hielo de los polos se derritiese el nivel del mar subiría hasta los 300 m, que es más o menos a la altura a la que se encuentra el jardín de mi casa, siempre respecto al nivel del mar en Alicante, por supuesto. Durante un tiempo, vistas las profecías apocalípticas del cambio climático, me planteé cambiar el cerezo por un amarre, pero por ahora tengo aparcado el proyecto porque no tengo muy claro que de jubilado quiera parecerme a Chanquete.

Según me contaron una vez, las Vilanovas reciben ese nombre precisamente por eso, por ser villas nuevas que se fundaron en algún momento y por algún motivo mejor que el “¡Miiiiira que sitio más chulo para pasar la noche”. El motivo en este caso cuentan que fue el no quitar ojo a los igualadinos, que en aquella época (s. XII-XIII) suponían un mal ejemplo para el poder feudal, ya que no rendían pleitesía a ninguno de los señores de la zona: los Montbui, Claramunt y Ódena. Así, los Claramunt plantificaron una casa fortificada junto a la palanca que cruzaba el río Anoia y, mientras acribillaban a impuestos a los igualadinos que cruzaban el rio para ir al campo o a comerciar, no les quitaban el ojo por si acaso. Lo “del Camí”, amén de distinguirlo de “la Geltrú”, hace referencia al Camino Real que unía Barcelona con Castilla, pasando por Lleida, Zaragoza y por esa franja de Aragón donde te dicen en catalán que no hablan catalán.

Estampa típica de una calle de Igualada a principios del s. XX,

donde puede constatarse la despreocupación con que los

lugareños sobrellevaban su pasado convulso.

Igualada es la capital de la comarca pero también es el término municipal más pequeño, ya que ocupa una superficie de 8 km2, aunque sus habitantes, para compensar, viven como si tuviera 800, ya que pasan la mayor parte de su vida dentro del coche hasta el punto de sufrir espasmos y convulsiones cada vez que se alejan de él más de 50 m. Según algunas fuentes consultadas, Igualada tiene el paseo peatonal en línea recta más largo de España, de 1,5 km según la Wiki y 1.200 m según el cuentakilómetros de mi Meriva, pero si explicas que lo has recorrido a pie teniendo coche, los lugareños te miran más o menos como los balleneros miraron a Shackleton al verle aparecer en la Isla San Pedro tras el fracaso de la expedición Endurance. Situada en un antiguo cruce de caminos y rodeada de señores feudales, aguantó sin caer en manos de ninguno gracias a conseguir ponerse bajo la protección del rey al ser declarada calle de Barcelona en 1381… sí, sí, sí… como lo oyen, Igualada es una calle de Barcelona lo mismo que Sepúlveda o Petritxol. Parece que en la edad media eran un poco “rarillos”, así que no hay que extrañarse de que se extinguieran dando paso al renacimiento, esa época que en Italia se caracterizó por una insistente afición a pintar cuadros de mujeres que parecen anunciar gel de baño, y que en España llegó un poco más tarde, al encontrarse nuestros antepasados muy atareados masacrando a los más cultos de la península (los árabes) y expulsando a los más ricos (los judíos), teniendo buen cuidado de aligerarles antes el equipaje aprovechando que Suiza aun no se había inventado… y así nos va.

Bueno, en otro momento os explico la época barroca vilanovina y la lista de alcaldes desde la transición, que es muy corta.